Based on a tree story

Her mom's words sounded muffled behind the door she had just closed as she ran out of the house. "Take the fruit with you!". For a six year old the field ahead of her looked vast. She watched how a group of girls ran far away. She also ran, as kids run, enthusiastically, aware of the horizon and miraculously skipping every trip of her feet. Her mom would probably be watching her through the window, sighing, complaining of the little time they had left to finish their holidays.
Her friends had reached the solitary tree and were working their way up. They played almost without words, pulling a twig and directing an orchestra, tearing off some leaves and pretending they were food, blowing the ants on the trunk, shaking dubiously some spiderwebs... The tree was the world.
She woke up from her dreamy state and felt her foot aching. Se had probably sprained her ankle, foolishly, she thought, when she had stepped down a sidewalk. She stared at her sipping-coffee husband and said "we should move to a place with more trees".
It was getting late and she realized that walking with an aching foot would slow her down. She hated being late for work and frowned. Her husband's words sounded muffled behind the close door, "Take some ibuprofen with you!" For a forty year old the city ahead of her looked vast.

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Las palabras de su madre sonaron amortiguadas tras la puerta que había cerrado al salir corriendo de casa, "llevate la fruta!". A sus seis años el campo que se extendía fuera parecía enorme. Miró a lo lejos y vió un grupo de niñas correteando. Corrió, como corren los niños, entusiásticamente, pendiente del horizonte y salvando milagrosamente cada pequeño tropiezo de sus pequeños pies. Su madre estaría mirando por la ventana, suspirando, quejándose de los pocos días que faltaban para acabar las vacaciones.
Sus amigas habían llegado al árbol solitario y comenzaban a trepar por él. Casi sin palabras jugaban. Cogían una ramita y dirigían una orquesta, arrancaban unas hojitas y hacían comiditas, soplaban a las hormigas y con manos inseguras agitaban una tela de araña. Un árbol era el mundo.
Salió de su ensoñación y sintió un dolor punzante en el pie. Seguro que al final se había hecho un esguince, de la manera más tonta, pensó, al bajar una acera. En el desayuno miró a su marido y dijo "deberíamos ir a vivir a un sitio con árboles".
Se le estaba haciendo tarde y con ese pié hinchado tendría que andar más lento. No le gustaba llegar tarde al trabajo y se enfurruñó. Las palabras de su marido sonaron amortiguadas tras la puerta, "Llevate ibuprofeno!" A sus cuarenta años la ciudad que se extendía ante ella le pareció enorme.


Today's music: Rufus Wainwright